
Por: Fausto García
Los mismos principios de prudencia que rigen en cotidianeidad de la vida real deben ser tenidos en cuenta cuando nos trasladamos al mundo virtual. Cuando nos exponemos al uso de internet existe el riesgo de bajar la guardia. Cuando la abuela nos decía que “no debíamos hablar con extraños”, en nuestros días inmersos en lo digital también es importante recordar a nuestras sabias abuelas. Abuelas – o quien supla su rol – capaces de manejar conocimientos técnicos básicos, y que los chicos puedan tomar como referentes.
Es importante poder escuchar lo que los chicos viven y experimentan. Los padres deben preparar el ambiente – proactivamente – para que todos puedan hablar lo más espontáneamente posible, sobre lo que se vive en este mundo al que se puede acceder de manera individual y solitaria.
Por todo lo anterior, y debido a la poca utilidad de intentar ejercer controles, la confianza sigue siendo el elemento fundamental para evitar o subsanar posibles episodios nocivos.

La ejemplaridad de los padres, que sabe limitar sus tiempos frente a las pantallas, resulta necesaria para poder generar genuinos espacios de pensamiento crítico.
Además se requiere reforzar la dosis de creatividad de los mayores, para llegar a compartir propuestas que permitan a los chicos conectar con los conocimientos que les apasionan a través del enorme potencial provechoso que tienen estas tecnologías.
Se evidencia en la conversación el desafío de dedicar tiempo y compromiso por parte de los adultos para transitar algo tan crítico y determinante como la construcción de identidad de los chicos y adolescentes, proceso que más allá de que nos guste o no, hoy está siendo mediado estas tecnologías de comunicación. No es suficiente con negarles el acceso o el uso. Se requiere otro tipo de acción.
En cuanto a la necesidad de cooperación entre distintos sectores, se evidencia en que el modo de abordar estos problemas – tan nuevos y tan viejos – es desde la interdisciplinariedad. Compromete a todo un ecosistema (padres, colegios, universidades, educadores, Estado, requerimientos legales, sector privado…), por lo tanto es también un problema de solución multisectorial, donde cada integrante del ecosistema debe estar actualizado en la temática. Como se dice coloquialmente, debemos “estar en la misma página”.
De nuevo, para sintetizar, es fundamental entender el contexto digital en el que los chicos se mueven, pero no necesariamente su contenido: no alcanza con un sistema de control, sino que requiere confianza.